By Lucrecia Bernues
Las soluciones no son, no están en algún lado.
Van dentro mío y miro.
Miro con profundidad, con ojos de cautela y asombro.
Donde nace la luz, con la sincronicidad en la vida.
Los hilos que se mueven y se entrelazan con las personas que se cruzan.
Hilos brillantes, finitos y llenos de luz.
Haciendo nudos y desatándolos.
No veo si se rompen.
Son muy fuertes.
Son irrompibles.
Cada vuelta, cada pie que avanza.
Cada dedo que mueven las manos.
Brotan en luz.
Porque son muchos.
No es uno.
Nos unen infinitos hilos.
Algunos más y algunos menos.
Algunos no se ven tanto.
Algunos se ven rápido.
Los árboles son más sabios.
No se enroscan, y se unen igual.
Las plantas y la vida.
El tiempo pasa, sin embargo, no existe.
Yo me desato.
No me gusta estar atada.
Quiero volar.
De repente me sorprendo y sin darme cuenta estoy en un infinitésimo, con infinitos hilos de luz que me pegan a un ser.
Esa conexión es sabia.
Porque es eterna.
Eso no se puede despegar.
Al menos por lo rápido que vino.
¿ Así vamos evolucionando ?
Los vemos, nos iluminan los ojos y nos encandilan las luces que brotan.
¿ Somos sabios porque lo vemos ?
No lo creo.
Solo somos observadores.
Me paro y observo.
Solo puedo limitar las devoluciones a los hechos concretos y objetivos. El contexto ayuda a la perspectiva.
¿ Serán hipótesis que no se pueden demostrar ?
La ecuación tiene demasiadas variables desconocidas y se forman infinitas soluciones.
No es una ecuación, no son soluciones.
Cuando los posibles resultados de las infinitas ecuaciones no arman una solución es porque la solución no existe.
Porque no es posible ni probable desde la mente humana analizar las combinaciones de cada una.
Cuando la solución no es una solución, hay vida en la tierra.
La mente lógica no tiene lugar.
El fluir sin razón.
Hay pasos sin lógica y las ecuaciones desaparecen en el instinto y la emoción.
Donde se cierran los ojos, se observa la mente y se deja fluir el sentir.
Lu's Energy 